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Las tareas no reemplazan la enseñanza:

la realidad de la modalidad virtual

Los estudiantes reciben, en promedio, únicamente 2 horas de clase a la semana.

Esto, sumado a la falta de recursos tecnológicos, ha provocado que 90 mil alumnos deserten.

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De 4.4 millones de alumnos a nivel nacional, se ha registrado la deserción de 90.000 estudiantes a consecuencia de la pandemia del COVID-19. La condición académica de niños en edad escolar del país se ha visto afectada por la falta de conectividad y aparatos tecnológicos en los hogares para que los hijos puedan cumplir con sus tareas.

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Los padres de familia con hijos que asisten a escuelas fiscales, dan testimonio de la inestabilidad de los estudiantes ante la modalidad virtual. Ellos denuncian que, en la mayoría de casos, los profesores solo envían las tareas vía Whatsapp y no suelen explicar los temas correspondientes. “Me cansé de andarle rogando a la profesora que nos ayudará con audio o video para poder enseñar a los hijos”, expresó Tania Jimenez, cuya hija estudia en la unidad educativa fiscal Pedro Franco Dávila. 

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Sin embargo, ese no es el caso para todos los alumnos de instituciones estatales. De acuerdo con el testimonio de estudiantes entrevistados, en algunas escuelas reciben clases una o dos veces por semana — para el resto de los días solo se envían tareas. “Tenía dos horas virtuales con el celular, por Zoom”, comentó Isabel Motoche acerca de una de sus hijas que se graduó de bachiller este año. 

De acuerdo con los resultados del estudio “Bienestar de los hogares ante la pandemia de Covid-19 en el Ecuador (Encovid-EC), los niños en edad escolar, de 5 a 11 años, asisten a un promedio de 2 horas de clase por semana, mientras que los estudiantes de entre 12 y 17 años, reciben un total de 3 horas semanales de aprendizaje.

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Las madres de familia aseguran que no es sencillo asistir a sus hijos con los deberes escolares. Rosalidia Jimenez, madre de una estudiante de 10 años manifestó: “En la mañana estamos cocinando, tenemos cosas que hacer y a veces se toman hasta tres horas. Los niños se cansan y uno tiene que estar ahí con ellos”.  

Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, el 14,9% de la población del país pertenece al estrato socioeconómico más bajo. Esto significa que las familias pertenecientes a dicho porcentaje tienen en promedio un nivel de escolaridad primaria y en cuanto a la tecnología, suelen tener solo un teléfono celular y un televisor. Si se toma en cuenta esta realidad, el modelo de clases virtuales de manera sincrónica resulta casi imposible para los niños que viven en estas condiciones.

La psicopedagoga Gisela Cajas, analista distrital de apoyo a la inclusión en el Distrito Ximena 2, explicó que al comenzar con las clases no presenciales, se realizó un análisis para determinar qué familias cuentan con los recursos para recibir clases virtuales. A quienes no tuvieran la infraestructura tecnológica,  les correspondería la entrega semanal de portafolios con tareas a realizar. 

Cajas recalcó que los padres tienen la obligación de retirar el material impreso y entregarlo resuelto al finalizar el quimestre. Por otro lado, dijo que los padres suelen apoyarse entre ellos para velar por el aprendizaje de sus hijos. Aseguró que los docentes no revisan los trabajos, “solo les dan un ojo''. 

Encovid-EC reportó que el 44% de los hogares encuestados calificó como regular o de mala calidad a los servicios educativos. Además, según la psicopedagoga María de los Ángeles Chávez, especialista en educación inicial, existe una brecha educacional en los estudiantes de instituciones fiscales y todas aquellas que no manejan una modalidad virtual sincrónica diaria. Esto se debe a que bajo una modalidad, en su mayoría o totalmente asincrónica, no permite completar  el proceso cognitivo.

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